TUVALÚ

| 4 de abril de 2012 | |




Por: Andrea Marcela Torres

Plantear una tesis alrededor de un mundo (un film), formado por sonidos e imágenes que contiene una serie de elementos internos que a su vez contienen otros más, y desarrollarla con palabras, es algo complicado. Sin embargo acudir a la imaginación es algo que da un buen resultado ya que nos permite visualizar lo que se plantea en dicha tesis y armar en nuestras mentes un bosquejo de dicho mundo.

Más que describir imágenes acudo a lanzar frases sueltas relacionadas a una película que alude al color y a la música, haciendo uso de la ausencia de los mismos. Me refiero al primer largometraje del alemán  Veit Helmer, “Tuvalu” (1999).

Para pensar en ésta película sin ser vista previamente, pido al lector que piense en la forma como sueña, que se imagine la forma como sueñan los demás ¿todos soñamos del mismo modo?

Y es que esta película tiene muchos elementos oníricos que pasan y hacen referencia a distintos puntos y exponentes de la historia del arte. Sin embargo antes de nombrar estos puntos, es necesario tener una idea de los personajes y del contexto en el que se desenvuelve.

Tuvalú narra la historia de Anton, un joven algo torpe que está encargado de un balneario en pésimas condiciones, de quien su padre es dueño. Este anciano a pesar de estar ciego piensa tener el control del lugar debido a que Anton y Martha (una mujer que trabaja en el balneario) a través de sonidos le hacen creer que al balneario llegan varios clientes y que funciona perfectamente. Por otro lado, el hermano de Anton, Gregor, quiere destruir el viejo edificio por intereses monetarios. A esta historia llega Eva, de quien Anton se enamora y quien tiene un papel ambigüo, ya que se mueve entre sus propios intereses, los mal intencionados de Gregor, y los inocentes de Anton. Eva desea llegar a una isla llamada Tuvalu y debido a esto buscará la forma de lograrlo sin importar sobre quien deba pasar.

Ahora,  asociando esta película al tema de lo onírico, tenemos por un lado y de manera contradictoria el uso del color, que es un homenaje a las películas en blanco y negro. Este film maneja varios colores, pero con la particularidad de que la cinta en que se grabó fue tinturada con tonos sepia, azul y magenta y cada escena tiene el color del celuloide de acuerdo a los espacios en los que se desenvuelve la historia. Es decir, en interiores se maneja un color y en exteriores otro. Cuando hay relación con el agua el color es azul, y cuando hay relación con las máquinas el color es sepia.



Por otro lado hay influencias y alusiones al expresionismo alemán, al momento de trabajar los decorados y al momento de trabajar el color, como forma subjetiva para narrar o hacer alusión a las situaciones en las que se desenvuelve la diégesis.
  
Esta película tiene una escenografía algo rústica que sirve de apoyo narrativo para contar la historia de los personajes y las circunstancias en que estos se encuentran: el balneario viejo, los techos con goteras, la construcción llena de grietas. Sin embargo vemos como estos  elementos terminan convirtiéndose en alusiones a la belleza y a la vida.

Los techos agrietados y llenos de goteras se convierten en un espectáculo de sombrillas, agua e indigentes. Es una metáfora de como lo que no deseamos ver, lo que el sistema aisla, los indigentes, los pobres, están en la base de las sociedades, de alguna u otra forma tapando los huecos, los vacíos a los que el resto de personas ignoramos pero de los cuales nos quejamos sin reparar en soluciones.  Lo mismo sucede con una pared resquebrajada que termina siendo enmarcada y convertida en un bello cuadro para pasar desapercibida. Y que es esta película, desde otro punto de vista, es también una celebración de la estética a la que no estamos acostumbrados. Tal vez esa estética de la que nos habla Umberto Eco en su “Historia de la fealdad”1, o Susan Sontag en sus “Notas sobre lo camp”2,  una belleza en la que lo exagerado, lo torcido, lo que siempre ha sido subestimado cobra una importancia y es visto y celebrado con otros ojos que antes minimizaban o señalaban como feo.

En cuanto al expresionismo alemán y la relación con lo onírico, vemos desde un lenguaje audiovisual, el uso de planos Holandeses o desencuadres. Si lector hizo el ejercicio de pensar en las imágenes que tenemos al momento de soñar, encontrará que muchas de estas parecen estar inclinadas, desordenadas, como si no tuvieran relación con la lógica de la vida real. Como si todo el tiempo viéramos con la cabeza ladeada de manera exagerada hacia un extremo de nuestro cuerpo. Este plano, es utilizado precisamente para dar la sensación de que algo no está bien o que no está acorde a una lógica o una línea que se venía trabajando. 

Una de las ocasiones en la que encontramos este plano, es después de una secuencia en la que Eva nada bajo el agua, mientras juega con su pez dorado, y la pecera en la que éste vive. Al momento de salir a la superficie la cámara se sitúa detrás de Eva, con un plano inclinado, un plano Holandes. Antón entra al espacio donde se encuentra la piscina, pero no lo vemos a él, sino a unas enormes sombras que marcan su presencia, y aturden a Eva, que piensa que Antón la espía. A través de la posición de la cámara el director anuncia, un hecho que saca al espectador de la línea tranquila que se venía trabajando con los planos bajo el agua. 

El uso de estos desencuadres aparecerá más de una vez en la película, y como dijimos, acompañado de sombras fuertes, del color, de la escenografía, reforzará la influencia del expresionismo alemán, y de la estética general de la película.


Devolviéndonos al tema del color, este sirve para hacer referencia a los sueños de los personajes. Como se menciona anteriormente, la película está dividida en escenas, donde un solo color, es el que prima, pero en el caso de los sueños, éstos son los únicos momentos en los que los personajes ven en varios colores. Los valores de realidad y sueño se invierten y Antón y Eva podrán ver a través del tacto lo que sueña el otro mientras duerme.

Otro elemento importante es el sonido. La música aparece muy pocas veces y los diálogos son contados. Sin embargo el sonido es importante ya que jugará un papel significativo para el padre de Antón que es ciego y para Antón mismo quien tiene calculado los sonidos propios de un balneario, que aunque está casi siempre vacío, debe aparentar la vida y cotidianidad de un balneario convencional. Es así como la presencia del sonido y del color aparecen paradójicamente como conexión a la ausencia.

Como última instancia el director de la película hace una especie de burla o de crítica a la tecnología y a cómo los desarrollos técnicos tienden a ser más pomposos y ruidosos que funcionales. A veces pensamos que el desarrollo está asociado a lo sofisticado, a lo grande, al concreto y a las construcciones y el director nos muestra, a manera de broma que muchos de estos avances son solo simples complicaciones de las funciones que el ser humano puede cumplir.

Si el lector quiere ver un acercamiento a una forma particular de la manera como se sueña, como se vive, como se siente, este es una invitación a que lo haga a través de esta de esta película que por medio de diferentes recursos e intertextos crea un diálogo con el espectador. Lo remite a los sueños, lo asocia a diferentes tendencias del arte, lo invita a pensar en el mundo en el que vive mostrándole uno que es precisamente igual, pero que tiene ciertos elementos que los personajes entenderán como innecesarios y que el espectador podrá interpretar de mil maneras.
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1. Eco, Umberto. Historia de la fealdad. Lumen, 2007
2. Sontag, Susan. “Notas sobre lo ‘camp’” en Contra la interpretación y otros ensayos. Barcelona,Seix Barral, 1984




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