Andrea Marcela Torres Alarcón
Existen elementos dentro de los relatos, de los cuales no somos conscientes, a pesar de que juegan un papel muy importante. En ocasiones, estos elementos pueden ser antagónicos o pueden ser aliados de los protagonistas, aunque no tengan una composición tangible.
Dentro de la película “The Girl Who Leapt Through Time”, del director Japonés Mamoru Hosoda y ganadora del premio anual de la Academia Japonesa, como mejor animación del 2006, encontramos dos elementos que van a jugar un papel muy importante al momento de desarrollar la historia de una chica, quien encuentra un dispositivo con el que realiza saltos en el tiempo y manipula este elemento para su propia satisfacción y, posteriormente, para el bien de otros.
El tiempo ha sido un pretexto para escribir en la literatura y, por otro lado, ha sido motivo de investigaciones que concluyen en teorías y en conceptos como los agujeros de gusano y los viajes a través del tiempo. Tanto en la literatura como en la ciencia la reflexión sobre el tiempo ha tenido representantes de gran importancia como Albert Einstein y Julio Verne. Incluso, el guión de esta película está basado en la novela de Yasutaka Tsutsui llamada Toki o Kakeru Shōjo de 1967.
De manera inconsciente, el hombre toma varias posiciones frente al concepto del tiempo dentro de los relatos. Por una parte el tiempo juega un papel antagónico, sin que el espectador lo tome como un personaje, y en este rol, el tiempo es perseguidor e inquisidor. Por otro lado, cuando el hombre adquiere la capacidad de manipular el tiempo, éste puede volverse un aliado; sin embargo, dependiendo de la forma como este aliado sea manejado, el hombre tiene la opción de triunfar o no.
En el caso de The Girl Who Leapt Through Time, Makoto, la protagonista de la película, tiene, hasta cierto punto la posibilidad de realizar saltos en el tiempo para cambiar hechos que no le gustan respecto a algunos aspectos de su “presente”, teniendo en cuenta que esta es una noción variable. A pesar de que cree tener la posibilidad de jugar con el tiempo una y otra vez, descubre que el número de viajes que puede hacer es limitado. Por lo tanto debe utilizar su inteligencia y perspicacia para volver una última vez al momento correcto. Sin embargo, para que Makoto llegue a este punto, debe enfrentarse a un segundo elemento que se opone a lo que quiere: Su torpeza, que a diferencia del tiempo es algo más difícil de manejar, y al contrario de ser un aliado, es un enemigo que vive dentro de ella.
A pesar de que estos antagonistas, el tiempo y su torpeza carecen de personalidad, y no son como los villanos de carne y hueso, llegan a ser las principales fuerzas que se oponen a los objetivos de Makoto. La protagonista es una adolescente de 17 años, quien está en la vera de definir qué va a hacer cuando termine la preparatoria. Pasa sus días atendiendo a clase y disfrutando de prácticas de béisbol con sus amigos Chiaki y Kosuke, con quienes va a karaoke y entre los tres conforman un grupo de amigos unidos por la evasión y el verano. Makoto tiene como confidente y modelo a su tía Kazuko, quien es la que la guía cuando aparece la oportunidad de saltar en el tiempo.
Es interesante ver una historia donde estas fuerzas no tienen una encarnación humana sino que se tratan de algo intangible. Gracias a esto, la película lleva un ritmo agradable, que es reforzado por los cambios de tiempo y de espacio, utilizando unas elipsis muy interesantes.
De alguna u otra forma, la posibilidad que tiene Makoto en sus manos es una posibilidad con la que todos soñamos. Sin embargo, como se ha visto en otras películas como “Regreso al futuro” de Robert Zemeckis (1985) o incluso en capítulos de series animadas como “Futurama” y “Los Simpson” el tiempo es algo que tiene su propia fuerza y que a pesar de que se pueda manejar de cierta manera es imposible de cambiar y modificar a nuestro antojo. En la película de Hosoda, como en la mayoría de películas relacionadas con el viaje en el tiempo, se actualiza el texto de Nietzsche, “Así habló Zaratustra”, donde la idea del eterno retorno propuesta por los filósofos estóicos se actualiza: esta idea está basada en el hecho de que todas las acciones que realizamos se repiten infinitas veces, que lo que estamos haciendo ya se hizo y que se seguirá haciendo, por siempre.
Por último, cuando Makoto logra superar las dos fuerzas opuestas, es decir, cuando toma una decisión acertada en cuanto a que momento del pasado viajar, y cuando pierde la capacidad de manipular el tiempo, la película nos deja un final abierto donde Chiaki, uno de los mejores amigos de Makoto, se convierte en algo más importante para ella, pero él debe viajar al futuro, y quizás allí se encuentren algún día.
1 comentarios:
13 de mayo de 2011, 16:18
Como bien lo mencionas el paso del tiempo ha sido de gran interés a la hora de construir las diferentes diegesis, y no nos referimos a que evidentemente una película ocupa un cierto tiempo del espectador o narra el tiempo en el que transcurrió un suceso (el cronotopo de la diegesis), nos referimos a la exploración de diferentes formas de contar las historias y en el fondo al interés humano de cambiar lo que fue o será, a conocer los misterios del pasado o del futuro y ¿por qué no modificarlo a nuestro favor?, un poco recordando la teoría del caos.
No obstante resulta mucho más interesante comprender la relación del hombre con su entorno, la cultura que tenemos con el tiempo. Es bien conocido que en occidente estamos en un constante afán y rutina, pero en los países con estaciones hay cierto sentimiento del tiempo como algo cíclico, y oriente, más por cuestiones religiosas hay una tendencia a que las cosas pasan en el momento en que deben ocurrir.
Esto se hace evidente en el relato, cuando Makoto tiene la oportunidad de repetir su día para sacar buenas notas o evitar la declaración amorosa de Chiaki, con quién a pesar de coincidir en sentimientos, viven alejados con la posibilidad de encontrarse en el futuro al que él pertenece. Más interesante aún resulta pensar, -si tuviéramos la oportunidad de hacer un viaje en el tiempo-, ¿a qué momento iríamos y por qué? En este caso, Chiaki viaja por observar un cuadro, que la tía de Makoto (su figura tutelar en la película) promete tener listo para que se pueda observar en el futuro.
Por otra parte, también es de destacar la mezcla de técnicas, el manejo de los índices, las suspensiones dilatorias (como cuando el tren no la mato), la hipertextualidad (porque no da la sensación de ser una historia que ya ocurrió sino que ocurre y se crea mientras uno la ve, tanto es así que incluso para solucionar todo se devuelve a cuando encontró la semilla, que fue el inicio de todo).
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